viernes, 20 de abril de 2018

Qué hacer un día lluvioso en Sidney?

By Sole

15 de diciembre de 2016

Ni bien despertamos comprobamos que seguía lloviendo tal como estaba pronosticado… iba a ser un día de shopping y museos.

Paraguas en mano comenzamos caminando hacia Hyde Park Barracks Museum, un lugar que había captado mi atención cuando hojeé por primera vez la guía de Sidney. No sólo era un museo, era un lugar cargado de historias; esas paredes y techos habían alojado a más de 50000 convictos (1819- 1848), así como también mujeres solteras que emigraban en búsqueda de un futuro mejor o simplemente siguiendo a familiares o esposos presos al otro lado del mundo.


Hyde Park Barracks Museum

Fuimos tan puntuales que apenas tuvimos que esperar 1 minuto para que abriera sus puertas (xxhs) . Sacamos dos entradas (12$ cada una, se podía pagar con tarjeta de crédito), recibiendo con ellas un folleto y una audioguía en castellano. El relator nos fue llevando por las diferentes salas dispuestas en tres pisos mientras nos contaba cómo había sido la convivencia con los pueblos que habitaban la isla antes de la llegada de los ingleses, las actividades que se desarrollaban en el edificio, cómo era la vida diaria de los convictos, y fruto de todo esto como se fue gestando la nación que se convertiría con el tiempo en Australia.

Pintura de los convictos de Hyde Park Barracks

Si bien no tenía la clásica apariencia de un prisión con celdas y rejas, los convictos tenían que seguir reglas estrictas con largas jornadas de trabajo, una hora de recreación al día y sólo dos breaks para comer: uno para el desayuno a base de porridge con maíz y azúcar, y el otro a las 2 de la tarde para la cena que consistían en pan y sopa. Si quebraban las reglas de conducta eran castigados con azotes, atados a grilletes o puestos a trabajar en las treadmills –molinos a tracción de sangre en los que los hombres subían y subían escalones manteniendo el sistema activo en movimiento-. Y pensar que algunos pagamos la cuota del gimnasio todos los meses para usar el escalador...

- Otra vez sopa?

Fue un recorrido sumamente interesante, sumado a lo que íbamos escuchando, había mucha información escrita, maquetas, cuadros que mostraban distintas situaciones en la isla, y objetos encontrados en la basura (cacharros, carozos de frutas e incluso ratas desecadas) que daban una dosis de humanidad en un lugar como este donde las personas eran catalogadas por números y oficios que desarrollaban. Descubrimos ahí quien fue Lachlan Macquarie, el primer gobernador del asentamiento, que junto con su esposa tenían el propósito de reformar a los reos transformándolos en personas útiles para la sociedad naciente. Se podría decir que al menos cumplieron en parte su objetivo ya que muchos, cumplida su condena, se convirtieron en pequeños empresarios exitosos. Durante mucho tiempo era una vergüenza ser descendiente de una persona desterrada del Reino Unido por su condición de delincuentes… a medida que fueron pasando los años eso cambió y ahora es un orgullo tener como antepasados a estos individuos que fueron los pilares del país actual.

En uno de los pisos superiores había una representación de las habitaciones de los convictos, una con 30 y otra con 70 hamacas colgantes que auspiciaban de camas; todo se podían tocar e incluso era posible recostarse para tener una idea de cómo era dormir ahí… unos minutos estaba bien, pero ni quiero imaginar el dolor de espalda que tenían después de dormir algunas horas ahí.



En otros de los cuartos encontramos las camitas donde dormían las mujeres hasta que eran ubicadas en casas como empleadas –en general de limpieza o niñeras-, retiradas por sus familiares o solicitadas como esposas. Baúles con objetos y pantallas interactivas permitían profundizar en la historia de algunas de estas pobres almas que habían pasado por el lugar.


Luego de una hora dimos por concluida la visita. Si uno tiene paciencia y no va con Seba o con niños (lo que en este caso es prácticamente lo mismo) puede dedicarle un rato más al museo. Nos pareció una linda visita, didáctica y muy interesante tanto para adultos y chicos.

Cuando salimos aún llovía, así que nos fuimos hacia el H&M. Saciado el hambre de compras, pero no el de comida nos fuimos al Food Court del Town Hall, donde hicimos la parada de almuerzo. Al no ser la hora pico de oficinistas hasta pudimos elegir donde sentarnos!

Concluido el almuerzo nos fuimos al barrio chino, muy parecido al de otras ciudades. Habiendo ido a China y teniendo uno en Buenos Aires no nos llamó particularmente la atención, fue más de lo mismo. Recorrimos Dixon Street, cuyas dos cuadras peatonales se encontraban delimitadas por los  característicos arcos custodiados por los perros/leones de Budda. En esa calle y en Hay y Sussex Street estaban la mayor parte de los negocios y restaurantes.

Chinatown

Más allá de la curiosidad que nos generó ver cómo era Chinatown, fuimos ahí en busca del Hay Market. Este extraño centro comercial combinaba un par de pisos con locales de diferentes marcas (varios eran outlets), como uno puede encontrar en cualquier shopping, y un subsuelo con puestos de chucherías, souvenirs, ropa trucha, y hasta comida: el Paddy Market. Esa feria de cachivaches por lo que leímos en la guía se arma de miércoles a domingo y es el lugar para comprar recuerdos del viaje a menor precio que en los locales del centro; tras haberlo recorrido y haber comparado los precios de ambos lugares damos fe de que esa última aseveración era cierta! Eso sí, no esperen nada glamoroso, y tienen que tener tiempo y paciencia para recorrer un poco y preguntar por el mismo producto en distintos stands (algunos tienen algunas cosas más caras que otros), y cuando encuentran casi todo lo que quieren en un mismo lugar… a comenzar el regateo!!! Por ejemplo, un magnet que ahí estaba a $1, en un local a la calle del barrio chino estaba a $2 y en el centro podría llegar a $4 o 5. La desventaja es que algunos solo aceptaban cash, y en otros había que llegar a un valor mínimo a partir del cual se podía pagar con tarjeta. Aprovechando que llovía, estuvimos un buen rato dando vueltas y compramos varios regalitos.

Hay Market

Paddy Market I

Paddy Market II

Para la tarde teníamos una de las actividades de mi lista de “must” de la ciudad, en realidad era más un capricho… merienda en el café Lindt, mi marca preferida de chocolates. Cuando organizábamos el viaje y descubrí que existían esos cafés dije “ahí quiero ir, cueste lo que cueste!”. Así que fuimos caminando bajo la garúa hasta Martin Street, donde encontramos en la planta baja de un antiguo edificio un salón con cierta elegancia digna de un café clásico europeo donde iba a hacer ese dulce sueño realidad. 
Tal como esperaba el lugar no era para nada barato, pero basados en la teoría de que en las vacaciones uno tiene que darse ciertos gustos hicimos el pedido… elegimos un doublé black –un café negrísimo al gusto de Seba-, un cappuccino, un chocolate orange brownie y una porción de celebration du chocolate. El brownie estaba muy buen con un sabor intenso a chocolate que contrastaba con la naranja; una combinación mágica! La mini porción de torta de chocolate amargo con mousse de chocolate con leche cubierta con ganache de chocolate me decepcionó un poco, esperaba algo con un sabor más fuerte y de un tamaño más acorde al precio. Globalmente fue una linda experiencia.



Antes de salir dimos una vuelta por el sector de chocolates donde había una increíble variedad de trufas que jamás había visto en mi vida… Además de los habituales chocolate con leche, amargo, blanco y caramel, había con hazelnut, coco, frutilla, naranja y muchos más que no recuerdo. Seleccionamos un par de los sabores que nos resultaron más atractivos y cerrando los ojos entregué la tarjeta de crédito… salimos felices con una pequeña bolsa con deliciosas “bolitas” de chocolate.



Cuando salimos seguía lloviendo… así caminamos unas cuadras y que dimos una vuelta por UNIQLO (que en verano, sin sus clásicas camperas plegables, nos resultó un local sin mayor atractivo), Forever 21 (mi primera vez en 36 años) y Zara Home. Esos no eran los únicos locales, casi todas las marcas conocidas tenían a su representante en la zona. A pesar de ser un país relativamente caro, en varios había productos en sale a precios muy convenientes. No esperen una visita a Gucci o a Louis Vuitton en nuestros viajes...

Durante el recorrido del día notamos que el espíritu navideño era muy evidente en algunas calles como Pitt que estaba completamente adornada con luces que formaban una especie de techo, o el gran árbol de Martin Street. Era tal la sensación de Navidad de películas que casi me tocan una fibra sensible…

Volvimos otro día, sin lluvia, a sacar la foto

Regresamos bajo una garúa intermitente que cesó durante algunas cuadras permitiéndonos atravesar el Hyde Park, convirtiéndose unos metros más adelante en lluvia.

Cuando llegamos al departamento nos pusimos cómodos e iniciamos la parte del día de relax con una picadita de maní, doritos y hummus, que fue seguida de comida mexicana que compramos en el Zambrero de la vuelta. Esa noche no hubo Coldplay, sólo nos acompañó el ruido de la lluvia.

Conclusiones del día:
  • Hyde Park Barracks Museum: nos encantó. Interesante, didáctico y entretenido para adultos y niños. Un must del itinerario!
  • Patios de comida/ Food Court del Town Hall u otros edificios: conviene ir apenas pasadas las 12 del mediodía para poder elegir tranquilos y encontrar lugar para sentarse.
  • Barrio Chino: "lo dejo a tu criterio" como diría Karina Olga. Mi opinión está sesgada por tener uno a 20 minutos de mi casa y haber visitado China.
  • Hay Market/ Paddy Market: lugar ideal para comprar souvenirs a buen precio. Requiere tiempo, pacientes y ganas de regatear.
  • Cafés Lindt: Los brownies son espectaculares y tienen mejor relación calidad precio que otras bollerías del lugar. Si viajan, recuerden que amamos las trufas Lindt de chocolate amargo (son las de envoltorio azul)!!!

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