domingo, 4 de febrero de 2018

Nos despedimos de National Park y seguimos viaje

By Sole

7 de diciembre 2016

El día había amanecido muy nublado con algunas nubes amenazantes; podía llover en cualquier momento. Viendo el cielo descartamos la opción de ir a tomar mate al mirador del Taranaki… así que simplemente acomodamos todo y a las 9:30 hicimos el check out dejando el equipaje en recepción.

Como no nos íbamos a quedar de brazos cruzados esperando que pasaran las horas, corriendo el riesgo de que nos cayera un chubasco en la cabeza, nos fuimos a caminar un rato. Si bien el pueblo era pequeño, había lugar que aún no habíamos visto: la estación de tren.

Llueve o no llueve???

A pesar de ser la mañana de un día de semana, en toda la caminata apenas nos cruzamos con un auto con dos personas adentro y nada más!!! Parecía que había explotado una bomba y nadie había sobrevivido!!!

Aunque parezca raro los trenes llegaban a esos lares… Tenía todo el aspecto típico de una pequeña estación de pueblo: un sólo anden con bancos, la puerta del “Station Master” y un par de ventanas de madera.

Estación de tren de National Park



Para que los eventuales pasajeros pudieran tomar o comer algo, formando parte del mismo edificio se encontraba uno de los restaurantes más renombrados en las guías de viaje, más pituco y caro que los que estaban en el otro extremo del caserío.

Con ese paseo completamos nuestro recorrido por National Park, se podría decir que lo habíamos recorrido de punta a punta.

El micro nos recogió puntualmente a las 13:20 horas en “Ski Haus”, la improvisada estación en la que nos había dejado un par de días atrás. Supongo que la elección de este lugar estuvo basada en la presencia de baños públicos en las inmediaciones. Junto con nosotros subió un muchacho suizo que viajaba solo.

Ski HAUS (parada de buses)


Aproximadamente una hora después de iniciar el viaje, y tras parar en algún pueblito a recoger un par más de pasajeros llegamos a Taumarunui. Al igual que en el viaje de ida tuvimos que bajar, pero esta vez no solo íbamos a cambiar de chofer sino también de micro. En los 20 minutos de “lunch stop” aprovechamos para caminar un par de cuadras de modo de no sentir tanto el tiempo de espera y estirar un poco las piernas; a pesar de los hikings de los días previos estábamos en perfectas condiciones, sin dolores musculares ni de rodilla (creo que es una caprichosa que solo duele en las situaciones que no debe doler).

En el nuevo micro la conexión a wifi funcionaba bien así que dedicamos un rato a actualizarnos tras 36 horas de desconexión y posteriormente preparamos unos  mates a escondidas (ese día nadie había mencionado que no se podían tomar bebidas calientes a bordo); de alguna manera había que ocupar el tiempo.

Tal como esperábamos el micro fue parando en cuanto pueblito encontró, sumando minutos de retraso a tal punto que en Hamilton apenas estuvimos 10 minutos, en lugar de los habituales 20. Cuando continuamos viaje el anunció por micrófono incluyó el nuevo horario de llegada que en lugar de las 7:00 pm iba a ser 30 minutos más tarde.

A medida que iban pasando las horas y las paradas nuestra ansiedad por llegar iba in crescendo. El último tramo del viaje se hizo eterno... cada pocos kilómetros salíamos de la autopista metiéndonos en un pueblo más pequeño que el otro para ir dejando pasajeros a cuenta gotas. Ya habíamos comido sándwiches, los “healthy snack” del día (pepino y zanahoria), galletitas dulces y saladas, tomado mate y usado tanto el celular que nos estábamos quedando sin batería! Eterno!!!

Cuando ya estaba por arrojar a Seba por la ventana (su nivel de queja había superado mi límite de tolerancia) a las 19:45 horas llegamos a Auckland Central. Raudamente bajamos y nos fuimos arrastrando las valijas hasta el hostel City Lodge que estaba a una pocas cuadras. Con más rapidez aún hicimos el check in y dejamos las valijas en la diminuta habitación donde la cama entraba encastrada entre tres paredes como si fuese una ficha de Lego.

Solo queríamos comer e irnos a dormir. Caminamos unas cuadras por Pitt St buscando algún take away. Entre todos los restaurantes étnicos de la zona nos quedamos con un mexicano “Zambrero”, un local que después descubrimos que formaba parte de una cadena de comidas rápidas de Nueva Zelanda y Australia. Pedimos un burrito con pollo y unos tacos con carne. En pocos minutos el empleado armó el pedido con ingredientes que ya estaban listos distribuidos en bateas; fue todo un espectáculo ver como plegó el burrito quedando un paquetito perfecto; parecía un maestro del origami!!!

Para no dejar olor en la habitación fuimos directamente al comedor/ espacio común del hostel que realmente nos llamó la atención. Estaba mucho mejor que la habitación e incluía pool, ping pong, un flipper, biblioteca, mesas con sillas para comer y cocina de un tamaño interesante y muy bien equipada por lo que pudimos observar a simple vista. De todas maneras no compensaba el excesivo precio que habíamos pagado para una habitación de un hostel que ni siquiera tenía wifi.

City Lodge Hostel

Realmente me sorprendió la cena! Soy bastante desconfiada de los fast foods, y por esa comida mexicana en particular no daba ni 2 pesos… pero resultó sabrosa, y no sentí que me estaba comiendo una bomba atómica. Así que nos llevamos una buena impresión de este local de Auckland.

Sabiendo que al día siguiente había que madrugar de verdad, nos duchamos y nos fuimos a dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario