domingo, 4 de junio de 2017

Mi Buenos Aires querido (Parte I)

By Sole

Muchas veces no nos damos cuenta de todas las cosas lindas e interesantes que tiene la ciudad que habitamos. Solemos atravesarla de punta a punta para ir a estudiar, a trabajar, casi siempre pendientes del horario y las responsabilidad diarias, sin siquiera prestarle atención. Tengo que reconocer que me ha pasado y hasta hace un tiempito no conocía varios de los lugares más icónicos de Buenos Aires. Así que me dije, no puede ser que no conozca la mismísima ciudad en la que he vivido toda mi vida, y en pos de cambiar esto comencé a recorrerla con otros ojos, sin el peso de la rutina como si fuese un turista más.

Una buena manera de acceder a casi todos los remotos lugares que merecen ser visitados es usando el “Buenos Aires Bus”, ese micro amarillo descapotable que solemos ver por la city porteña. Aprovechando el precio diferencial que tiene para los habitantes de la ciudad de Buenos Aires compré un pasaje y me fui de paseo!

Partimos de la parada de Florida, la peatonal más famosa de Buenos Aires. Un par de cuadras más adelante nos encontramos con el Cabildo, la Catedral Metropolitana y la plaza de Mayo, testigo de varios momentos fundamentales de la historia. Rodeamos la plaza y aparece la Casa de Gobierno, con su característico color rosado- la leyenda más difundida es que originalmente se obtuvo esa tonalidad combinando cal con sangre-. Hemos evolucionado y actualmente nadie pone en duda que se usa pintura rosa!



El Cabildo... qué difícil es sacar fotos desde el micro!!!

Plaza de Mayo con Casa Rosada atrás

Bordeamos la Casa Rosada, pasamos junto a la estatua de Juana Azurduy que tanto conflicto trajo en su momento y cuyo montaje aportó unos cuantos billetes de origen turbio a los bolsillos de varios, y tomamos la avenida de Mayo.

Podríamos poner esta avenida en cualquier capital Europea y no desentonaría. Los elegantes edificios de estilo europeo se resisten –algunos de mejor manera y otros no tanto- al deterioro producto del paso de los años. A sus lados las entradas al subte A –el primero que hubo en el hemisferio sur-, el teatro Avenida, el Palacio Barolo y el tradicional café “36 Billares” –donde una vez merendamos con Seba y tras estar cerrado durante un buen tiempo felizmente volvió a levantar sus persianas - merecen una especial mención.


Palacio Barolo

Al final de la avenida las plazas Lorea y Mariano Moreno, terminando en el Palacio del Congreso de la Nación. Imponente, con su cúpula que alcanza los 80 metros de altura y las múltiples esculturas, no pasa desapercibido… salvo que uno se encuentre con una de las tantas manifestaciones populares que tienen lugar en su puerta la cual pasa ser el centro de atención. Este es uno de los lugares en el que tomaría más recaudos de seguridad, y en el que personalmente no me atrevo a sacar una cámara de fotos; la plaza que está frente al congreso suele ser una guarida para el malandraje.


Palacio del Congreso de la Nación

Ya en la avenida Rivadavia y Rincón nos encontramos con el tradicional “Café de los angelitos”. Inaugurado en el año 1890, fue uno de los cafetines más representativos de la ciudad hasta que en el año 1992 producto de las crisis económicas cerró sus puertas. Abandonado hasta el año 2006, fue reconstruido y reinaugurado en el 2007 con un servicio más orientado al turismo que hasta incluye shows de tango. Para los que deseen tomar un café, justo frente al mismo está una de las paradas del Bus así que pueden bajar y retomar el viaje más tarde.

Si no quieren café, seguimos viaje! Tomamos la avenida Belgrano con todas sus mueblerías, detalle tal vez más importante para los que vivimos acá y no para los que vienen de paseo que difícilmente se lleven un sillón de souvenir. A lo largo de esta calle podemos ver el Departamento Central de Policía, la Iglesia Nuestra Señora de Monserrat –que le dio el nombre al barrio-, y el Convento de Santo Domingo con la Basílica de Nuestra Señora del Rosario cuyo atrio alberga los restos del general Manuel Belgrano.


Basílica de Nuestra Señora del Rosario

Giramos luego en la av. Paseo Colón, pasando junto al majestuoso edificio de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. A la altura de la avenida Independencia hay otra parada del Bus para quienes deseen echar un vistazo al bohemio San Telmo con sus calles adoquinadas, bares y tiendas de antigüedades. Si recorren el barrio no dejen de buscar “la Casa Mínima” (Pasaje San Lorenzo 380) –la más angosta de la Ciudad de Buenos Aires con una fachada de sólo 2,2 metros-. Durante los fines de semana suele ser un lugar muy concurrido tanto por locales como extranjeros que se agolpan en los alrededores de la plaza Dorrego.


Facultad de Ingeniería de la UBA

Casa Mínima

Me bajo del micro y decido dar una vuelta aprovechando que al ser día de semana hay menos gente. Caminando por sus calles, casi sin querer me encuentro con el mercado de San Telmo, un gran espacio techado con salidas a las calles Defensa y Carlos Calvo en que conviven las antigüedades con las frutas y verduras, y el aroma de un cafecito recién preparado.


Mercado de San Telmo

Me pierdo entre los puestos de antigüedades donde la variedad de objetos es más que amplia… discos de vinilo, fotos antiguas, afiches, copia de viejos avisos publicitarios, tazas, ropa usada, tacitas, platos y bandejas ornamentados con flores pintadas, sifones de vidrio, pingüinos para el vino, botellas y latas de gaseosas vacías, botones, bolitas, balanzas, pagarés, muñecas, carreolas, adornos, secadores de cabello como el de abuela, teléfonos, pies de máquinas de coser Zinger y planchas de hierro dicen presente!!! 

Evidentemente no tengo genes de comerciante ni visión de negocios; recuerdo haber sacado a la calle, versiones similares a muchas de las cosas que están expuestas a la venta. No puedo evitar el pensamiento de la historia que debe existir detrás de cada pieza… quién sabe cuántas personas han comido en esos platos, cuántas personas han bailado al ritmo de la música de esos discos o cuantas pavadas se han dicho luego de beber el tinto de esos pingüinos!!!

Luego de este viaje en el tiempo, vuelvo a tomar el micro amarillo. Sigue por Paseo Colón hasta la avenida Brasil donde se mete en lugares inexplorados, pasando junto a la subida de la autopista Buenos Aires- La Plata, la que conecta la capital del país con la capital de la provincia de Buenos Aires. Todo este desvío es para ir a la “Usina del arte”, un edificio que albergó inicialmente a la “Compañía Italo Argentina de Electricidad” pasando luego a ser propiedad de SEGBA, EDESUR y ACINDAR –está última la desmanteló por los costos que generaba y vendió sus componentes- siendo posteriormente adquirido por el gobierno de la Ciudad. Actualmente se desarrollan en el lugar distintas actividades culturales con variados espectáculos y exposiciones. Los sábados, domingos y feriados se hacen visitas guiadas entre las 14 y 17 hs.


Usina del Arte

Continuamos viaje y tomamos la calle Brandsen adentrándonos en el barrio de La Boca. De a poco las casas de material se van mezclando con las de paredes de chapa, típicas de los conventillos de la zona. Pasamos por la puerta del cuartel de Bomberos de La Boca, cuya fundación en 1884 fue motivada por un incendio ocurrido ese año en las precarias viviendas de la zona.


La Boca I

La Boca II

Unos metros más adelante todo se transforma en azul y amarillo, nos aproximamos a la Bombonera! Justo frente al estadio de Boca está otra de las paradas del Bus. Para los amantes del fútbol está la posibilidad de visitar el “Museo de la Pasión Boquense” y la mismísima cancha. Abre diariamente de 10 a 18 hs.


La Bombonera

Como no me interesa la oferta sigo de largo. El micro da una voltereta y hace una parada de 15 minutos en el bar “El estaño 1880”. Bajamos a estirar un poco las piernas y echar un vistazo al lugar. Almacén de época devenido en bar, conserva un gran mostrador con la más amplia variedad de bebidas que recuerde haber visto. Es una opción más de las que ofrece Buenos Aires para degustar un café, y hacer una parada sanitaria.

Volvemos a meternos entre las precarias casas de madera y chapa, para terminar en Caminito. Conventillos con paredes de chapa pintadas de vivos colores, Quinquela Martin, tango, turismo son las primeras palabras que se me vienen a la mente al recordar esa callejuela de poco más de 100 metros de largo. Sin dudas es uno de los lugares que merecen una breve visita. Desciendo del micro, y por segunda vez en 37 años camino por esta calle, distraída (sin descuidar la cartera ya que es otro de los lugares preferidos de los carteristas), mirando los cuadros expuestos para la venta. No puedo evitar entrar en un par de negocios de souvenires donde venden llaveros e imanes con imágenes de Buenos Aires, parejas de bailarines de tango, y carteles pintados con la técnica del fileteado porteño; compro uno que tiene pintada la palabra “Cocina”. Los cafés y restaurantes del lugar son demasiado turísticos para mi gusto, así que sigo de largo. Antes de volver al micro caminos unos metros más hasta el Riachuelo para sacar una de las clásicas fotos de la Boca con los puentes de hierro (Puentes viejo y nuevo Nicolás Avellaneda) que conectan con la vecina localidad de Avellanera. Me sorprende la renovada explanada con bancos que baranda mediante me separa de las contaminadas aguas de ese Riachuelo que curiosamente no tienen el pestilente olor que recordaba. Listos para seguir viaje?

Caminito

Puentes Nicolás Avellaneda (nuevo  y viejo)

Ya en el micro nos metemos en Barracas, pasamos por un par de edificios curiosos por su estilo –un arquitecto sabría identificarlo, yo no– que en algún momento funcionaron como fábrica. Me llama particularmente la atención la antigua fábrica de Bizcochos y Fideos Canale.




Una vez más pasamos junto al Parque Lezama, me cuesta sacar una foto decente como quisiera, así que se las debo! Si llegan a hacer el paseo en micro comprobarán que es sumamente difícil sacar fotos desde un vehículo en movimiento que pasa a corta distancia del objetivo a fotografiar.

Tomamos la avenida Brasil y nos desviamos hacia Puerto Madero…

Siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario