martes, 29 de abril de 2014

Al Amber Fort en elefante!!!!

By Sole

14 de febrero de 2014

Teníamos programada la visita al Amber Fort, así que nos levantamos a las 7 hs y rápidamente bajamos a desayunar; teníamos menos de una hora para estar listos.

El desayuno del Shapura House estaba bien; incluía frutas, panes, queso, infusiones, yogurt, algunos alimentos calientes y huevos revueltos. Ya que estamos voy a aprovechar para hacer un comentario sobre la leche: era horrible!!! No me refiero a la leche de este hotel en particular, sino a todas las que probé, siempre acompañada de café, en la India. En ese país es común que los dueños de vacas y búfalos (y tal vez otros mamíferos) ordeñen sus animales, recolecten la leche en tarros y la vendan en las ciudades a particulares o a las empresas lácteas. En consecuencia, uno termina tomando una mezcla de leche de diferentes orígenes, y que tenía un sabor extraño.

Luego de llenar la panza, salimos puntualmente a las 8 y nos encontramos a Ravi. Nos subimos al Toyota con rumbo a la ciudad vieja de Jaipur, fundada en 1728 por el maharajá (una especie de rey o sultán), y diseñada siguiendo un antiguo tratado de arquitectura: con una muralla y avenidas que la dividen en nueve cuadrantes, dos ocupados por el Palacio de la ciudad (residencia del maharajá), el Palacio de los vientos y el Observatorio, y los siete restantes para el pueblo. Actualmente esto es el casco histórico, extendiéndose la ciudad más nueva por fuera del muro con una distribución más desordenada pero totalmente acorde a la idiosincrasia india.

La primera parada fue en el Palacio de los Vientos (Hawa Mahal), donde nos encontramos con el nuevo guía. Lamentablemente no recuerdo su nombre, pero fue el mejor que tuvimos. Se notaba que era una persona más instruida que Boby (“Akbar, tercero mughal emperor”) y hablaba un buen castellano. Además manifestó pertenecer a la casta Brahman, por lo cual era vegetariano, no fumaba ni bebía alcohol, conforme a su dharma. Algo curioso es que con cada indio que hablamos, incluido Ravi, todos manifestaban pertenecer a la casta más alta…

Las edificaciones que están dentro de las murallas están todas pintadas del mismo color, dándole el nombre de “ciudad rosa” a Jaipur. Luego que Ravi nos hubiera dado la bienvendia a la “pink city”, nos miramos con Seba y nos preguntamos por qué los indios llaman ciudad rosa a una ciudad pintada de naranja??? Una paradoja más de la India!!!

Con el guía en el auto recorrimos los 11 km que separan a Jaipur del Amber Fort, una construcción amurallada del año 1727, donde vivieron hace tiempo los maharajás. Antes de llegar hicimos una parada para sacar una foto panorámica del fuerte. Justo, justo, justo paramos junto al encantador de serpientes; evitamos mirarlo, por miedo al ofidio y al pedido de tips

En el tour teníamos incluido el ascenso al fuerte en elefante!!! Siiii, íbamos a subir por primeras vez en nuestras vidas a un paquidermo!!! Ya advertidos por el guía, evitamos el contacto visual con los vendedores, quienes pululaban alrededor de los turistas ofreciendo libros, turbantes, remeras, tarjetas de memoria, cajitas, etc… Lo mejor de todo es que costaban “ten” o “twenty”. Gran momento timo para cazar europeos, japoneses y norteamericanos!!! Obviamente que ten no eran 10 Rp y twenty no eran 20 Rp, eran 10 o 20 dólares o euros… Deberíamos haberles ofrecido 10 o 20 pesos ya que les iban bien las monedas extranjeras…  Cayeron varias víctimas de tez muy blanca y mofletes colorados!!!

Amber Fort con caravana de elefantes

Escalera mediante subimos a la estructura de material de la altura de los elefantes y esperamos nuestra inminente subida. Los pobres estaban todos pintados (incluidas las uñas), y tenían en sus lomos mantas de colores y una cajita acolchonada con barandas de hierro a los costados, donde nos sentamos. Le habíamos dejado mi cámara al guía para que nos tomara algunas fotos; a nuestro fotógrafo se sumaron  los “fotógrafos del lugar”. No podíamos dejar de fotografiar el momento!!!

"Fotografos del lugar"

En un constante bamboleo, algo parecido a ir por una calle totalmente bacheada, nos incorporamos a la caravana de elefantes que ascendía al fuerte. Íbamos a ingresar al palacio como lo hacía en su momento el maharajá!!! Fue una experiencia muy divertida!!!

Desde el elefante!!!

Entramos al palacio y unos metros más adelante vimos la plataforma para bajar. Ufa, faltaba poco para que terminara el paseo!!! En ese momento Seba ya me advirtió “por lo que leí no hay que darle propina al conductor; espero que no nos tire desde acá arriba cuando no le dé nada”. Cuando nos acercamos al sitio de descenso sucedieron dos cosas: vimos un cartel que aclaraba “No Tips Please” al tiempo que el chofer reclamaba su “Tip”. Antes de que concluyera el intercambio de palabras entre Seba y el hombre sobre la propina y la validez del cartel, ya habíamos abandonado el lomo del animal. No hubo tip!!! No sé quien se llevará el dinero, pero este paseo turístico no califica justamente de barato… el precio era de 900 Rp por elefante!!!

Entrando al palacio como el Maharajá!!!

Nos reencontramos con el guía, y fuimos a sacar la entrada combinada de 300 Rp que incluía al Amber Fort, el Observatorio y el Palacio de los Vientos.
Realmente fue una visita que valió la pena!!! Dejando de lado el Taj Mahal, fue la construcción que más nos gustó; superó incluso al Agra Fort que nos había gustado mucho. El complejo consiste en una sucesión de palacios con patios y habitaciones que por ser más recientes estaban en mejor estado de conservación que los otros lugares que habíamos visitado. En algunos sectores aún se podían ver pinturas en las paredes, además de las clásicas incrustaciones. No faltaba el palacio para el invierno y el palacio de verano con un sistema de canaletas para ayudar a refrescar el lugar.



El habitante más importante del lugar fue el maharajá Sawai Jai, quien vivió en el palacio con varias esposas y un número exorbitante de concubinas, hasta que escasearon los recursos –principalmente el agua- y decidió mudar la capital de su reino a Jaipur. Según nuestro guía, este hombre sexualmente insaciable quería todas las mujeres para él y para evitar problemas sus damas sólo tenían contacto con guardias de seguridad eunucos.

Ganesh Pol en Amber Fort

Acorde a la religiosidad de los indios, el complejo también tenía un templo dedicado a la diosa hindú Kali. El guía nos sugirió que visitemos el interior, y tras dudarlo unos instantes aceptamos su sugerencia. Nos quitamos los zapatos, las medias y los cinturones, los cuales dejamos junto a las cámaras de foto al cuidado del hombre que estaba en la puerta (obviamente el “cuidador”). No puedo explicar lo frío que estaba el piso de mármol!!! Dentro de una habitación de mármol blanco vimos la imagen de la diosa Kali y junto a ella un par de hombres que recibían las ofrendas (principalmente guirnaldas de flores naranjas y botellas de bebidas alcohólicas) y daban una “bendición”. Imitando lo que hacía nuestro guía, quien parecía ser muy devoto, pusimos las manos para saludar con un “namasté” y nos hicieron un punto rojo en el entrecejo. A pesar de no estar muy seguros de lo que estábamos haciendo y no practicar la religión fue una experiencia muy linda.


Otro de los lugares llamativos del fuerte es el salón de los espejos con múltiples incrustaciones de estos en las paredes y techos, que teóricamente crean un juego de luces muy bonito cuando uno enciende una vela.

Salón de los espejos

También son destacables las torres desde las que se pueden ver el Jaigarh Fort y alrededores. Si bien en la actualidad no hay maharajás en los lugares aptos para ser visitados, si hay muchos monos!!! Es muy interesante poder observar de cerca a estos animalitos que simulan estar ajenos a lo que sucede a su alrededor, pero en realidad es tan muy atentos a la caza de alimentos!!! Así que hay que tener cuidado y evitar sacar comida, salvo que uno quiera correr el riesgo de ser saqueado y en el peor de los casos mordido.

Monkeys!!!

Recuerdan que en nuestro paseo en elefante nos cruzamos con los fotógrafos del lugar??? Cuando estábamos en pleno recorrido hicieron su aparición!!! Más precisamente apareció un muchacho con álbum (esos que las casas de fotografía entregaban cuando uno llevaba a revelar los viejos rollos) con 8 fotos en el interior. Inició ofreciéndonos su trabajo a cambio de 1000 Rp. WTF??? Ya sabíamos que esto iba a suceder y que si queríamos las fotos las podíamos conseguir a 50 Rp cada una. No sabíamos cómo habían salido las que teníamos en nuestra cámara, así que accedimos al juego… el juego del regateo!!! Si no nos vendía las fotos, no se las podía vender a nadie. Negociamos que no queríamos el álbum, ni todas las fotos, y entre ofertas y contra-ofertas terminamos en 200 Rp por 5 fotos sueltas. “Excelente precio!!!”, fueron las felicitaciones del guía por el trabajo de regateo.

Cerca de las 11 de la mañana, momento en que estaban ingresando los últimos elefantes, salimos del lugar. La salida con el auto estuvo congestionada, y tardamos varios minutos para llegar a la ruta que iba hacia Jaipur. Cuando ya estábamos yendo a una velocidad aceptable, notamos que nos perseguía un motociclista. Ravi se detuvo en una curva que tenía banquina y junto a la ventana delantera lo hizo el perseguidor: nuestro chofer nos había vendido a otro vendedor de fotos!!! Tras otra larga negociación (a través de la ventanilla del auto) terminamos comprando dos fotos más, tomadas desde otro ángulo, pagando mucho menos de lo que nos había pedido originalmente (creo que 100 Rp en lugar de 1000), pero al fin y al cabo haciendo un gasto que por más chico que fuera (menos de dos dólares) no teníamos previsto realizar. Más allá de ser pequeñas estafas, estas pequeñas avivadas indias para aprovecharse de los turistas las tomábamos como parte del paisaje, y no nos iban a impedir disfrutar de todo lo que estábamos viviendo.


viernes, 25 de abril de 2014

Bienvenidos a la República del Timo!

By Sole

Luego de la visita al Taj Mahal, el guía tenía planeado una gran actividad: visitar la marmolería! Una vez más la lectura de blogs nos había quitado la sorpresa de lo que vendría…

Con la excusa de conocer la técnica de incrustar las piedras preciosas de la misma manera que hicieron los artesanos del Taj Mahal, nos llevaron con el auto hasta el emporio del mármol: un edificio 100% preparado para vender productos a turistas. Sin embargo, lo que ellos no sabían era que se estaban equivocando de clientes! Primero, se necesita mucho dinero para comprar mármol, y segundo, no pertenecemos al grupo típico de turistas que van con un cartel en la cabeza indicando su origen y que se dejan vender cualquier cosa.

Al ingresar a la marmolería nos encontramos con una primera sala donde había tres hombrecitos sentados en el piso trabajando con piedras. Ahí mismo nos recibió un hombre que hablaba un par de palabras de castellano. Se presentó, nos preguntó de dónde éramos, y nos invitó a sentarnos y ver como se hacía el famoso “trabajo de incrustación”. Luego de la correspondiente demostración pasamos a la siguiente sala. Detalle: la puerta tenía los cartelitos de dos famosas tarjetas de crédito…

Este salón era más grande y estaba repleto de grandes tapas de mesas de mármol con incrustaciones. Luego de ofrecernos alguna infusión para tomar, nos invitó nuevamente a sentarnos aunque esta vez frente a una mesita de iguales características a las que nos rodeaban. Ahí comenzó la venta propiamente dicha, con el clásico “apagado de luces” para mostrar como se veían los distintos colores de las piedras incrustadas al iluminarse con linterna.
Acto seguido, nos mostró hasta cómo embalaban las mesas para mandarlas a otros países. Entre todas las excusas que le dimos para no comprar (algunas reales y otras fantasiosas) le explicamos que no podíamos recibir su encomienda en nuestro país ya que iba a quedar retenida en la aduana por las restricciones a las importaciones impuestas por el gobierno. Como buen vendedor tenía respuesta para todo y juró haber realizado un envío a Argentina la semana previa. Era evidente que no íbamos a comprar una mesa, así que nos llevó a otra sala más pequeña…

Si fracasa la venta de objetos grandes, siempre está la opción de objetos pequeños. Esta habitación tenía varios mostradores y vitrinas con diferentes objetos entre los que recuerdo elefantes y réplicas del Taj Mahal en miniatura. Acá llegamos un poco más lejos y preguntamos el precio del mini Taj: 2000 Rp. Justificó el precio del adorno apagando nuevamente la luz y metiendo una lamparita en el interior hueco de la réplica de real marble. No tuvimos ningún problema en decirle en la cara que era muy caro, bajando su oferta al módico precio de 1000 Rp por ser los primeros clientes del día. Sabiendo que en los negocios de chucherías lo podíamos conseguir a 200 Rp, le agradecimos, y enfilamos a la salida dejando al hombre que a esta altura tenía cara de pocos amigos.

Nuestra visita debe haber sido más rápida de lo habitual, ya que aún el guía estaba tomando un café en la primera sala. Tras dejar en claro que no queríamos comprar piedras preciosas ni pashminas ni ninguna otra cosa, emprendimos el viaje a la ciudad abandonada de Fatehpur Sikri.

En el trayecto de salida atravesamos una vez más las alocadas calles de Agra, pasando en un par de oportunidades junto a grupos de personas que estaban comprando y degustando sus desayunos. Tenían en sus manos pequeños platitos hondos de cartón en los que había una especie de guiso marrón claro. No sé lo que era, sólo recuerdo que Boby dijo que era picante y añadió una de sus gloriosas frases “comer un ají a la noche, bueno para caca a la mañana”. En India nada de Activia, un buen ají picante soluciona todos los problemas de estreñimiento!!!


Por las calles de Agra...

Recorrimos los 35 km que nos separaban de Agra. La ciudadela de Fatehpur Sikri fue construida por el famoso Akbar (si! “tercero mugal emperor”) en el año 1571, pero sólo fue habitada durante 14 años, teniendo que ser abandonada por la falta de agua.

Actualmente se puede visitar el fuerte que alberga al palacio y la mezquita, pero… no es posible llegar hasta ahí con el auto. Tuvimos que dejar nuestro vehículo en el estacionamiento y tomar un mini-ómnibus destartalado que nos llevó hasta la vieja muralla.
Las 260 Rp que costaba el ticket nos habilitaban a recorrer todo el complejo. Iniciamos la visita por el palacio, pasando por los patios, salas de audiencia, dependencias de invierno y de verano, y los aposentos privados del emperador, sus tres esposas –la musulmana, la cristiana y la hindú– y varias de sus 300 concubinas. Son grandes construcciones en arenisca roja con detalles grabados en sus paredes.


Ciudadela de Fatehpur Sikri

Seguimos la recorrida por el edificio gratuito del lugar: la mezquita. Para ingresar tuvimos que quitarnos los zapatos que quedaron “al cuidado” de un hombre en la puerta. Al entrar al gran patio amurallado me sentí algo incómoda, con la sensación de que en cualquier momento alguna de las personas, sobretodos los niños, me iba a robar. De este lugar sólo recuerdo que había algunas lápidas en el suelo, una fuente de mármol blanco en la que un hombre se lavaba los pies, y junto a esta una especie de mausoleo del mismo material. Seba sacaba fotos, mientras yo miraba para todos lados e ignoraba a los hombres que se nos acercaban a hablar (sin producto en mano) que no sé qué servicio querrían ofrecernos a cambio de dinero. Cuando estábamos por salir nos abordaron justamente unos niños preguntando de dónde éramos, les contesté “Bolivia” y se desconcertaron con la respuesta, sin saber cómo continuar la charla.


Mediodía en la mezquita
Rápidamente nos colocamos los zapatos –en mi caso las alpargatas baratas que había llevado para visitar el Taj Mahal luego de ver como se robaban los zapatos en la fantástica película “Slumdog millionaire”-, descendimos la escalinata y empezamos a caminar. Cuando el supuesto cuidador de zapatos nos vio, empezó a reclamar a los gritos la propina en distintos idiomas.

Ya nos queríamos ir! Había que tomar de nuevo el micro para volver al estacionamiento donde estaba Ravi. Para llegar al lugar donde paraba tuvimos que librarnos de múltiples de vendedores adultos y niños que ofrecían cualquier tipo de chucherías. El guía nos recomendó no prestarles atención y cuidarnos de los pickpockets, mejor conocidos como carteristas para los que no hablan inglés.

En la corta caminata hasta el micro nos cruzamos con grupos de niños de una excursión escolar. Seba atrajo la atención de algunos que al verlo se comenzaron a señalar la cabeza  y a reírse. Parece que la falta de cabello ajeno resulta muy graciosa en India…

Finalmente llegó otro ejemplar de vehículo destartalado y sucio, y encontramos con una sorpresa: había que pagar! Una vez que uno está ahí, no queda otra que pagar al regreso, o caminar por la calle que bordea el asentamiento de casillas humildes que conforman el pueblo propiamente dicho. Desde ya que no me estoy quejando del precio, que sólo fue de 5 Rp por persona, sino de la acción en sí.

De a poco se fueron ocupando los asientos con más turistas, incluyendo una inocente víctima de dos vendedores de collares que fue literalmente perseguida a rápida velocidad por los mismos hasta la puerta del micro, continuando el asedio por la ventanilla. Apuesto a que cometió el terrible error de posar la vista sobre algún producto… Hay que tener en cuenta que los vendedores indios tienen una capacidad sobrenatural para darse cuenta cuando uno mira algo, no importa a la distancia que estén! Y cuando encuentran una mirada curiosa, el acoso verbal está asegurado!

Antes de emprender el viaje en auto hasta Jaipur,  Seba tuvo la feliz idea de ir al baño (en realidad una precaria construcción de material, que brindaba una mínima privacidad en medio de muy feos olores). Viendo el aspecto del lugar, y que había una mesita con un hombre en la puerta del de mujeres, decidí quedarme esperando a Seba a varios metros del lugar sin hacer uso del sanitario. Cuando él salió, rápidamente fue encarado por el “cuidador”, quién reclamaba su tip. Propina por qué???? El baño estaba muy sucio y no tenía papel… Hubo una discusión sobre si el baño estaba "very dirty" o "very clean". Finalmente, ante el amague del guía de pagar la propina Seba sacó 10 Rp, entregándoselas hechas un bollito y teniendo la última palabra: “the bathroom is dirty and you don’t deserve it!”.

Ya estábamos saturados de este sitio. Pensándolo fríamente, este lugar no nos pareció tan esplendoroso y no recomendaríamos su visita a alguien que tiene incluido en tu recorrido Agra y Jaipur, ya que los monumentos de estas dos ciudades lo superan ampliamente. Además resulta abusiva la manera en que intentan sacarles dinero a los turistas. Si tengo lugares que califico con un “must”, este sería un “try to avoid”.

En el estacionamiento concluyeron los servicios del guía Boby. Sus servicios como guía no nos aportaron mucho, más allá del hecho de que aún recuerde que Akbar fue el “tercero mughal emperor”, pero sí rescato su labor como fotógrafo, y ahuyentador de vendedores (y apuesto que también timadores) en la puerta de los monumentos.

Ya solos con Ravi, emprendimos el viaje hacia Jaipur. En la excursión teníamos incluida la visita al Chand Baori, un gran aljibe escalonado del año 800 DC. Para llegar a este lugar había que desviarse unos 15 kilómetros de la ruta; como chispeaba y ya estábamos mal predispuestos luego de visitar Fatehpur Sikri, decidimos ir directo hacia Jaipur y tener más tiempo de descanso luego de haber madrugado para visitar el Taj.

Ravi se encargó que las más de cuatro horas que teníamos por delante para recorrer los 200 kilómetros no se sintieran tanto. Conversamos y escuchamos música india, con el ya clásico hit de viajes que decía “you are very beautiful, you are very beautiful…”. Los temas de conversación fueron de los más diversos, incluyendo variedades de personalidad femenina y técnicas para conquistar cada tipo de mujer, matrimonios por amor o arreglo (más del 75% en el caso de los indios), el costo de vida en distintos países, etc. Cada tanto había preguntas mechadas sobre dinero que formaban parte de un fino trabajo para conseguir una buena propina al final del viaje.
Les dejamos para escuchen la canción preferida de nuestro chofer (imperdible a partir del estribillo -alrededor de los 50 segundos).



En alguna parte del camino volvimos a cambiar de estado. Dejamos atrás Uttar Pradesh e ingresamos a Rajasthan, cuya capital es Jaipur.

Cuando ingresamos a la ciudad percibimos el mismo caos habitual, pero un poco más organizado. Cada tanto había semáforos, u oficiales de tránsito que trataban de poner orden. En las avenidas había veredas y negocios de aspecto más occidental, pero las calles menos transitadas tenían un aspecto intermedio entre eso y lo que habíamos visto los días previos. Ese día sólo circulamos por fuera de los muros de la ciudad, donde estaba nuestro hotel. Creo que quedaba en un barrio semi cerrado, las calles de ingreso tenían rejas que en ese momento estaban abiertas pero que eventualmente se podían cerrar. Además de hoteles había varios edificios, algunas peluquerías y despensas que vendían productos importados. Tuvimos la sensación de estar en un barrio para extranjeros.

Nuestro hotel, Shahpura House, se vanagloriaba de ser el antiguo palacio de un rajput (miembro de una casta noble y guerrera de la India); algo incomprobable. La decoración era muy pretensiosa y algo cargada para mi gusto: muchas alfombras, pinturas, muebles de estilo y grandes lámparas colgando de los techos. Los empleados también estaban disfrazados acorde al lugar.

En el check-in del hotel-palacio nos hicieron esperar en una salita con sillones y nos ofrecieron sopa de tomate, que cordialmente rechazamos. En un extremo de la sala había un hombre arrodillado sobre una mesa con un fino pincel dibujando pequeñas imágenes en la pared; estaba haciendo un trabajo impresionante sólo con un pincelito y pintura marrón. La habitación estaba más que bien, aunque la decoración era de estilo no resultaba tan pesada como la del resto del edificio.

Esa noche comimos en el hotel, el cual tenía 2 restaurantes: uno en el rooftop con show y otro en la planta baja sin show. Está de más decir que enfilamos para abajo ya que somos fóbicos a las cenas con show. El lugar era muy ameno, con varias mesas prolijamente preparadas con manteles y vajilla con el nombre del hotel. En esa primera cena nuestro mozo fue Rishi, un muchacho muy flaco y de casi 2 metros de alto, que vestía un uniforme que contribuía con su desgarbo. Corría sonriente de un lado a otro del salón tomando y llevando pedidos, agachando la cabeza en las puertas para no golpearse; era muy gracioso. Pedimos Pulao Veg (rice cooked with vegetables), Murg Ka Mokul (boneless pieces of chicken in yogurt and tomato sauce) y un plain naan.

Ya que estamos, hablemos un poco de la comida local, a la que ya casi estábamos acostumbrados! En general lo que los indios llaman little spicy o poco picante puede matar a cualquiera que no esté acostumbrado. Se adormece la boca, y comienzan a aparecer sensaciones extrañas en la lengua y paladar. Cordero, pollo, arroz, lentejas, y vegetales se acompañan de salsas picantes y especiadas (incluyen una amplísima variedad de especias), que sólo pueden aplacarse con un plain rice (arroz blanco) y un roti o chapati (el pan chatito hecho sólo con harina y agua). Es muy curioso, pero siempre que pedíamos un curry o un masala terminábamos comiendo algo muy parecido y spicy, imposible de distinguir uno de otro. Tal vez tengan una gran olla de salsa con todas las especias que encuentran, y cuando uno pide curry le agregan un colorante amarronado y si uno pide un masala le ponen uno rojo, quién sabe…

En algunos restaurantes al retirar los platos traían a la mesa un pote con semillas de anís y otro con pequeños cubitos de azúcar; había que tomar un puñado del contenido de cada pote y masticarlo para limpiar los dientes y mejorar el aliento.

Habíamos quedado en encontrarnos con Ravi la mañana siguiente a las 8:00 hs (no le gustaba mucho madrugar y siempre había que negociar el horario de salida). El día había sido largo y cansador, con la mezcla justa de lo mágico, lo melancólico y lo tragicómico que suele ofrecer la India. La mañana siguiente prometía un encuentro cercano con un paquidermo…

jueves, 10 de abril de 2014

Increible pero real: el Taj Mahal!!!

By Sole

13 de febrero

El despertador sonó a las 6:30; como pudimos nos levantamos y bajamos a desayunar. Aun estábamos un poco desconfiados de la limpieza de las tazas y cubiertos, y de lo que podíamos comer o tomar, así que luego de repasar todos los utensilios obsesivamente con toallitas desinfectantes, optamos por un café con leche que me resultó poco sabroso y algo de pan con manteca.

A las 7:30 ya estábamos haciendo el check out y emprendiendo el corto recorrido en auto hacia el Taj Mahal!!! Sacamos las entradas en un lugar desierto donde nos llevó el guía. Tras pagar 750 Rp cada uno, nos entregaron las entradas, 2 botellas de agua mineral y los cubre zapatos.

Desde hace un tiempo se ha delimitado un perímetro alrededor del edificio dentro del cual no pueden ingresar los autos y micros, con el fin de protegerlo de la polución que ha lo ha ido deteriorando  modificando el color del mármol. El guía nos ofreció tomar un tuk tuk eléctrico, vehículo autorizado para circular por ahí, para ir hasta la entrada del mausoleo. Rechazamos la oferta y fuimos caminando, aprovechando el aire fresco de la mañana y la calle despejada. El camino estaba pavimentado, en relativamente buen estado, y apenas circulaban estos tuk tuks eléctricos, peatones, algunas vacas y chanchos. Realmente después de todas las horas de auto que habíamos acumulado en los últimos días, necesitábamos una caminata!!!

Estábamos a minutos de uno de los momentos más esperados del viaje!!! Pasamos los controles de seguridad habituales e ingresamos a un parque en el que llamaban la atención un gran portal –puerta sur- y una muralla con recova tras la cual estaba oculto el gran protagonista del día.

A medida que nos fuimos acercando a la puerta de arenisca roja fuimos descubriendo los detalles de ornamentación: trabajos de incrustación de piedras y tallados de fragmentos del Corán. A esta altura del viaje podría afirmar que era una característica de los mausoleos musulmanes.

Si bien la puerta era bella, que lo que estaba del otro lado de ella era más bello aún. Ni bien nos acercamos a la abertura quedamos impresionados por lo que veían nuestros ojos.  Uno pierde parámetro de las dimensiones y distancias, parece que el Taj está ahí nomás, a muy pocos metros, pero no es así. Para llegar hasta la rampa de ingreso al mausoleo debemos haber caminado unos 200 metros.

Es increíble la perfección y simetría –salvo por la tumba de Shah Jahan- de este edificio símbolo del amor. Más increíble aún es tratar de comprender como fue construido y todo el esfuerzo que requirió. Además del trabajo artístico y de diseño, es asombrosa la logística implementada en pleno siglo XVIII para llevar hasta Agra todos los materiales de construcción provenientes de otras ciudades y países. Por ejemplo, los grandes bloques de mármol eran traídos por elefantes desde Makrana, a más de 300 kilómetros.





Sólo en el trayecto que hicimos por los jardines pude contabilizar 30 fotos! Tengan en cuenta que habíamos ingresado con una única cámara con la intención de simplificar los controles de seguridad de ingresos, ya que hay una larga lista de cosas que no se pueden ingresar.


No podía faltar la foto con la camiseta de Racing!
Al verlo de cerca, se aprecian en detalle las incrustaciones de piedras preciosas y semipreciosas. Obviamente al llegar ahí, el guía le tomó lección a Seba “y está qué piedra es???”. Por suerte la atención estaba principalmente dirigida a él –como de costumbre- y no tuve que pasar vergüenza por mi ignorancia en la materia.


Trabajos de incrustación y de tallado
En el interior del edificio, que sólo contiene las tumbas de Mumtaz Mahal y Shah Jahan, no está permitido sacar fotos. Lo más destacable es el tallado de grandes placas de mármol que conforman una especie de enrejado.

Desde ya que en el recorrido no estuvimos solos: había muchísimos turistas de todas las nacionalidades. No faltaban los grupos de orientales y europeos que recorrían el lugar vestidos de indios con llamativas prendas, e inmensas cámaras de fotos. Realizar la visita a primera hora de la mañana tiene la ventaja del encanto adicional por la bruma matutina, y de la menor congestión de turistas (en comparación con lo que sucede a la tarde).



Nos hubiésemos quedado más tiempo, pero teníamos que seguir viaje. De haber sabido lo que venía nos hubiésemos quedado toda la mañana contemplando el edificio!


La despedida fue larga. Durante mucho tiempo habíamos soñado con esa mañana, mucho esfuerzo habíamos hecho para estar allí… A medida que íbamos caminando por los jardines hacia la salida nos íbamos dando vuelta para mirarlo una vez más o sacarle la “última foto” que nunca era la última, hasta que fue la última. Sniff, sniff.




Hablando de maravillas del mundo

By Seba

El Mundo Antiguo tenía a las famosas siete maravillas del mundo, de las cuales sólo sobreviven las pirámides de Egipto. El resto tal vez hayan existido, o quizás hayan sido productos de la imaginación y el mito. Recientemente se volvieron a elegir a las maravillas del mundo, pero utilizando criterios diversos y poco claros, mezclando obras del hombre con maravillas de la naturaleza, como las Cataratas del Iguazú.

He tenido la fortuna de ver magnificas construcciones hechas por el hombre: algunas modernas, otras antiguas, todas fascinantes. También pude disfrutar de perfectos escenarios naturales (pero después de conocer El Chaltén dejé de buscar, ya había encontrado el mejor)

Algunas obras arquitectónicas están tan presentes en fotos y películas de manera tal que ofrecen poca sorpresa, o incluso algo de decepción cuando se está parado frente a ellas.
Chichen Itzá en México me pareció un lugar con una energía especial, aunque las tareas de remodelación dejaron a la pirámide de Cuculcán demasiado “O kilómetro” para mi gusto.

El Big Ben asomando entre la bruma londinense es icónico e impactante, un imperdible.
La Tour Eiffel es imponente desde lejos y sorprende por su altura, aunque desde cerca se entiende la controversia que aún genera (no dejan de ser hierros remachados…)

Con la Sagrada Familia de Barcelona es diferente: es famosa por la altura de sus torres, pero el genio de Gaudí está plasmado en los detalles.

El Coliseo sorprende por su estado de conservación, y cómo otras obras del Imperio Romano (cómo el acueducto de Segovia), nos genera admiración la visión y la habilidad de sus constructores, teniendo en cuenta el desarrollo tecnológico de hace veinte siglos.

El Cristo Redentor de Rio o la estatua de la Libertad de Nueva York no generaron emociones fuertes en mí: me gustó verlos y fotografiarlos, y si bien son estéticamente irreprochables, no les encontré un significado movilizante.

En mi lista imaginaria de lugares para ver en esta vida tengo pendientes varios: Machu Picchu, las pirámides de Egipto, la Acropolis griega, El Kremlin, Santa Sofia en Estambul, la Ópera de Sidney, la muralla china, isla de Pascua…

Por suerte en 2014 pude tachar a uno de la lista: El Taj Mahal.

Intentando transitar por las caóticas calles de Agra, esquivando vehículos, personas y animales, llegamos a las márgenes del río Yamuna, a los pies del Red Fort. Mi inocultable simpatía por los mapas y las guías de turismo me hicieron recordar al instante que desde ese edificio se podía ver el mausoleo de Mumtaz Mahal; así que haciendo caso omiso al guía que chapoteaba en el agua tratando de describir el fuerte en español, giré la vista a la izquierda y se me cayó la mandíbula. Sólo atiné a tocar el brazo de Sole para que mirase eso que me había dejado atónito.

Si la vista desde el Red Fort  -a unos 2 kilómetros en línea recta- es sobrecogedora, la sensación de mirarlo de cerca ya sea desde las orillas del rio como desde adentro del complejo es increíble.

¿Qué hace que un edificio sea considerado casi por unanimidad como el más bello del mundo? ¿Será la perfección de sus líneas simétricas? ¿Será el brillo del impoluto mármol blanco contrastando con el cielo? ¿Serán las formas armónicas de sus cúpulas y minaretes? ¿Serán sus detalles en piedras preciosas que brillan con el sol? ¿O será el halo de misterio que la India le imprime a todo, haciendo que lo habitual se convierta en mítico?

Es difícil continuar el viaje después de ver el Taj Mahal, porque se tiene la certeza que lo mejor ya pasó, que nada de lo que venga podrá superarlo. Al caminar hacia la salida se empieza a sentir esa melancolía y nostalgia, que lleva a mirar hacia atrás una y otra vez, sacando siempre una foto más, buscando “la mirada del adiós”.




Se puede recorrer el lugar en 30 minutos, nosotros estuvimos poco menos de una hora y media, pero creanmé que en el caso que una persona decida ir a visitar el Taj Mahal todos los días de su vida, desde hoy hasta su muerte, ninguno de esos días sería en vano.

Una tarde muy AGRAdable (cuac! )

By Sole

Agra resultó ser un poco más incivilizado aún que los lugares por los que habíamos estado previamente! Se percibía mucho más el caos del tránsito, los bocinazos, la pobreza, la suciedad en el espacio público.

Había mucha más gente en las calles, desde hombres haciendo nada en posición de cuclillas (muy pero muy típica de los indios) hasta niños jugando descalzos. Nuevos personajes se sumaban a la escena: monos correteando por los techos de las desvencijadas edificaciones!!! Era tal el caos que hasta chocamos con una vaca que en el momento que estábamos pasando se le ocurrió cruzar la calle!!! Por suerte íbamos a muy baja velocidad y no hubo daños ni para el auto, ni para el animal, y en consecuencia para nuestro chofer… Supongo que de haber lastimado a la vaca, lo hubiese venido a buscar el dueño!!! Cuando uno ve a estos animales piensa que pertenecen a nadie, como perros callejeros, pero no es así! Por lo que nos comentaron, cada uno de estos grandes mamíferos tiene un dueño que durante el día los deja libres para que vayan y coman pasto y basura del espacio público, de manera tal de no gastar en alimentos.

Lo primero que hicimos luego de surcar la ciudad fue ir hasta el hotel para dejar las maletas. En el hall del Howard Plaza, hotel de categoría “mucho más selecto” para nuestra guía, nos esperaba un representante de la empresa del tour, que nos preguntó cómo había sido el viaje, qué nos parecía el chofer, y nos facilitó su número de teléfono por si teníamos algún problema en Agra. Hicimos el check in, y fuimos al cuarto que nos habían asignado en el primer piso. Quedamos muy conformes con nuestra habitación: limpia, amplia, digna de cualquier cadena hotelera de un país del primer mundo. Lo único que la hacía especial era la gran ventana de vidrio transparente que separaba la ducha del resto de la habitación, que a pesar de la cortina semiopaca plegable, quitaba privacidad.

Ya habían pasado las 14 hs cuando salimos del hotel, y teníamos hambre; en contra de nuestra costumbre fuimos a comer donde nos sugirió el guía. El restaurante elegido se llamaba Haveli. Los mozos parecían acostumbrados a la atención de turistas y estaban mejor predispuestos a responder preguntas sobre la comida, comparado con los otros lugares que habíamos visitado los días previos. Elegimos dos platos vegetarianos, uno con vegetales en una salsa algo picante, y el otro arroz con paneer (queso cottage), que acompañamos con roti. Nos resultó rico; ya nos estábamos adaptando a la comida!!!



La parada posterior al almuerzo fue el Agra Fort. Es una enorme fortaleza, ubicada a orillas del río Yamuna, cuya construcción fue iniciada por “Akbar, tercero mughal emperor”, y continuada por sus sucesores. Es un conjunto de edificios que sirvieron de palacio a cuatro generaciones de emperadores mogoles: Akbar, Jahangir, Shah Jahan y Aurangzeb.

Luego de pagar las 300 Rp que costaba el ingreso, cruzamos el fuerte e ingresamos al gran laberinto de patios y habitaciones, de diferentes estilos, pero de gran belleza. Aún se puede apreciar las medidas de defensa que se tuvieron en cuenta a la hora de la construcción: el río, fosos, y la alta muralla perimetral, con las clásicas aberturas con forma de pirámides truncas, con la base ancha hacia adentro, que permitían el ataque de adentro hacia afuera, dificultando la agresión invasora.



Desde una de las habitaciones del gran fuerte de arenisca roja pudimos ver a lo lejos, del otro lado del río, el tan esperado Taj Mahal!!! Increíble ver en vivo y en directo esa imagen tan emblemática, sinónimo de India!!!

No puedo contar lo más interesante del Agra Fort, sin remontarme a la propia historia del Taj Mahal. El emperador Shah Jahan, nieto de nuestro amigo “Akbar, tercero mughal emperor”, tenía varias esposas, pero sólo una preferida: Mumtaz Mahal. Cuenta la historia que Mumtaz muere al dar a luz su decimocuarto hijo, lo que provocó el desconsuelo de Shah Jahan. Como manifestación de su amor hacia Mumtaz, envió construir este impresionante mausoleo en mármol blanco con detallados “trabajos de incrustación”, tarea que no resultó sencilla, y llevó unos 23 años (1631- 1654) y el trabajo de más de 20000 obreros.

Hay varias historias controvertidas que giran alrededor de la construcción. Por un lado se dice que contrató al arquitecto persa más célebre de la época y mandó a matar a la esposa para que pudiera vivenciar por sí mismo el dolor que él estaba sintiendo, y le sirviera de inspiración para la creación de una obra sin igual. También está la creencia de que concluido el trabajo, mandó a cortar las manos a los obreros que habían trabajado en la construcción, para evitar que pudiera reproducirla. Están quienes dicen que estos son solo cuentos para aumentar la mística que gira en torno al Taj Mahal.

Allá lejos en el año 1658, Shah Jahan fue destronado por su hijo Aurangzeb, y encarcelado en el Agra Fort hasta su muerte, unos 8 años después. El hombre permaneció enclaustrado en una habitación desde cuya ventana sólo se podía ver el Taj Mahal, recordándole cada día a su esposa muerta. Hoy en día se puede visitar el lugar y observar a este magnífico edificio desde la misma ventana que lo hacía el emperador derrocado.

Los planes de Shah Jahan de tener su propio mausoleo como el Taj Mahal, pero en negro, nunca se concretó, y su cuerpo actualmente descansa junto al de su amada esposa, siendo su tumba lo único que quiebra la perfecta simetría con la que fue concebido este edificio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y una de Las Siete Maravillas del Mundo Moderno.

Tanto a la entrada como a la salida del Agra Fort tuvimos que esquivar el tumulto de vendedores de alhajas, cajitas de madera y libros con fotos del Taj Mahal.

Ya en el auto cruzamos el puente que pasa sobre el río Yamuna, tarea nada sencilla!!! El tránsito estaba terrible!!! Todo el caos que habíamos presenciado previamente pero arriba de un puente, incluido un carro tirado por dos bueyes!!! No teníamos apuro y en ese momento del viaje todo nos seguía sorprendiendo, así que no representó problema alguno!!!

Aún nos quedaban dos lugares para visitar esa tarde, siendo el siguiente el Mausoleo de Itimad-ud-Daulah (impronunciable), más conocido como “Baby Taj”. Pese a que nuestro libro pesimista advertía sobre el “Taquillero de dudosa honradez; comprobad el cambio!”, no tuvimos problemas. Pagamos las 110 Rp de entrada y nos dieron el vuelto que correspondía.

Para poder acceder al edificio principal hay que quitarse los zapatos o “alquilar” cubrezapatos descartables, como los que se usan en quirófano; ahí fueron otras 10 Rp de propina...

Se cree que este mausoleo, al igual que el de Humayun y Akbar, sirvió de inspiración en el diseño del Taj Mahal, principalmente a la hora de elegir el material a utilizar. El Baby Taj representa el abandono de la arenisca roja y la introducción del mármol blanco en las construcciones mogoles.



Fue construido en la margen del río Yamuna para enterrar al suegro de Jahangir, que a su vez resultó ser el abuelo de Mumtaz Mahal, mejor que todo quede en familia! Además del blanco mármol traído de canteras de Makrana llama la atención el detallado “trabajo de incrustación” de piedras preciosas y semi-preciosas, que nuestro guía recitaba de memoria “coral, turquesa, ámbar, ónix, lapislázuli, jade, zafiro…”.

Aún faltaba ir a ver el Taj Mahal al atardecer, uno de las actividades más esperadas del día. Si bien la distancia puede resultar “caminable”, la zona es muy humilde (no necesariamente insegura). Así que salimos en coche con nuestro chofer y el guía y luego de recorrer un par de calles, llegamos al parque Ram Bagh. No queríamos ver ningún parque, sólo habíamos ido ahí para ver la cara menos vista del Taj Mahal. Al llegar allí nos encontramos con dos opciones: la primera era pagar 110 Rp para entrar al parque que está justo en frente del Taj, y la segunda era ir al espacio público ubicado a la derecha, y tener una muy linda vista pero no perfectamente alineada al edificio… como corresponde fuimos del lado de los pobres. Para llegar hasta la orilla del río Yamuna, tuvimos que pasar al lado de un camello, de un santuario, y de una carpa donde fritaban comida. Junto a la carpa había un hombre de seguridad con su correspondiente arma, que vigilaba que ninguno de los que estábamos del lado público nos pusiéramos delante del terreno del parque dificultando la visión de los que habían pagado. No faltaban tampoco los vendedores, tanto niños como adultos, que nos abordaban en diferentes idiomas, un par de muchachas que guiaban a su grupo de cabras, ni un sadhu. Qué es un sadhu? Es un hombre que ha renunciado a todos los vínculos y bienes materiales, en pos de vivir en la austeridad y alcanzar la iluminación. La realidad es que la mayoría de los sadhus (o santones) que nos cruzamos eran simplemente hombres vestidos con ropas naranja o amarilla, con barba y cabellos largos, que cobraban por sacarse fotos con los turistas.

Foto "robada" al Sadhu
Frente a nosotros teníamos un largo terreno, que se continuaba con el río que estaba bastante bajo, y del otro lado del mismo el Taj Mahal! No podíamos creer la belleza y el tamaño del edificio!!! La gente que paseaba por su terraza exterior, parecía super pequeña comparada con la altura de los minaretes y el mausoleo propiamente dicho. Le sacamos decenas de fotos, de diferentes ángulos, con diferente iluminación a medida que el sol se iba poniendo, y distintos modos de la cámara.



Siguiendo unos cientos de metros hacia la derecha apenas se lograban divisar unos ghats, que aún estaban humeantes, denotando que se estaban llevando a cabo cremaciones. Para los que nos estamos acostumbrados puede resultar chocante, pero para los indios es una escena más de la vida cotidiana.



Cuando ya estaba por terminar de ponerse el sol y comenzaba a soplar el vientito, regresamos al hotel. Esa noche hubo room service de comida india: Dals (lentejas) en una salsa con muchas especies, y otro plato que consistía en trozos de pescado en otra salsa también especiada, pero de diferente sabor. Para compensar un poco lo spicy de los platos, los acompañamos con arroz blanco, rotis y dos cocas light. Cuando hicimos el pedido nos entendieron todo perfectamente, pero lograr que retiraran los platos sucios fue todo una odisea!!! Requirió de tres llamadas telefónicas ya que no nos entendían!!! Finalmente pasaron a retirar los platos y zafamos de dormir en medio del olor a curry y masala!!!

domingo, 6 de abril de 2014

Un largo camino a Agra

By Sole 

12 de febrero 2014

Durante la organización del viaje nos habíamos contactado con David Diaz, un español que organizaba tours en la India (La india increible), también recomendado por Coca. Luego del intercambio de varios mails, terminamos decidiéndonos por un tour de 5 días, en los que visitaríamos Agra, Jaipur y Pushkar.

Tal como lo planeado, ese día a las 7:30 hs, nos encontramos con Ravi, quien sería nuestro chofer durante los días siguientes. Conducía un Toyota Etios de 4 puertas blanco, en muy buen estado teniendo en cuenta los problemas de chapa y pintura de los autos de allá. Enseguida se presentó y comenzó con un interrogatorio: nombre, edad, profesión, estado civil, si nos gustaba hablar o no durante los viajes, hasta factores de riesgo, diagnóstico, tratamiento de la diabetes y la posibilidad de que el tuviese la enfermedad! Completito, completito! 


Ravi

Si bien estábamos a sólo 220 km de Agra, el viaje tenía un tiempo estimado de 4:30 horas; pronto descubriríamos la razón.
Durante casi todo el recorrido no dejamos de ver asentamientos de chozas rodeados por sembradíos, pequeños pueblos, animales sueltos –principalmente vacas, búfalos, bueyes y gallinas– y gente, mucha gente. Por el horario había muchos adultos que se movilizaban a su trabajo y niños que iban con sus uniformes al colegio montados en tuk-tuks o pequeñas camionetas. No podíamos creer la cantidad de gente que entraba en cada vehículo! Ni el mejor jugador de tetris podía encastrarlos mejor optimizando el reducido espacio; hemos llegado a contar a más de 10 personas por tuk-tuk!!!

Muchas mujeres preparaban con sus manos unos discos de barro y excremento de animales, que luego secaban al sol. Otras transportaban palanganas cargadas de materiales o ladrillos, hasta el sitio donde los hombres tranquilamente levantaban paredes. Nos dio la impresión de que las mujeres trabajaban mucho más que los hombres, incluso realizando trabajos que requerían mucho esfuerzo físico, que en otras culturas están más limitados al género masculino. No sólo basamos nuestra idea en esto, sino en  hecho que era muy frecuente ver en la puerta de las casas hombres sentados sobre camastros leyendo el diario, hablando con los vecinos o jugando las cartas, mientras la mujer trabajaba.

Las principales razones para tardar tanto eran el estado de las carreteras,  la caótica manera que tienen de conducir, el eventual cruce de animales en la ruta y hasta la circulación de estos por la misma. No era extraño tener delante un camello o un carro arrastrado por bueyes, tampoco faltaban las motos que transportaban los latones con leche recién ordeñada, para ser vendida en los pueblos.

Como en cualquier país tercermundista, las rutas en mal estado se asocian a un sinfín de peajes, varios de dudosa legalidad! Pasamos por alguna casilla que consistía en un hombre en una silla bajo una sombrilla oxidada y maltrecha; nos generó tantas dudas la validez de este pago que incluso le preguntamos a Ravi, quién estaba acostumbrado a esto y hasta nos mostró un comprobante.

También estaba el peaje por cambio de estado… Cuando cruzamos el límite entre Haryana y Uttar Pradesh, el estado donde está Agra, Ravi detuvo el auto y se bajó para realizar el pago. Quedamos sentados solitos en el asiento trasero del auto siendo víctimas en forma casi instantánea de los vendedores! Por mi ventanilla apareció un vendedor, a quien le faltaban la mitad de los dientes, con libros del Taj Mahal, siguiendo uno con un ajedrez magnético y por último el de collares. Seba tuvo otra suerte! Primero escuchó un ruido raro en el techo y después vino la sorpresa… una mona colgada de su ventanilla!!! La pobre tenía una soga en el cuello, que la unía a un hombre que decía “no bite! no bite!”.  No sé si la mona mordía o no, pero obviamente no bajamos la ventanilla y ni amagamos a sacarle una foto, que era lo que el señor pretendía. La mona parecía ser más inteligente que el hombre, y comprendió el “no” más rápido que él. Lejos de asustarnos, nos pareció una situación divertida sobre la que ya habíamos leído en un blog de unos españoles que habían hecho un tour muy parecido al nuestro. Pronto volvió Ravi y continuamos viaje hasta la siguiente parada, unos kilómetros más adelante, para desayunar.

Si bien nosotros habíamos desayunado antes de salir, nos tuvimos ningún problema en hacer una parada para que nuestro chofer descansara un poco y recargase energía. En algún lado del camino, salimos de la ruta e ingresamos en el paraje acondicionado para exprimir los bolsillos del turista típico. Había un gran estacionamiento delantero, un local de venta de artesanías y el restaurante. En la entrada al predio había dos hombres, uno con un mono que llevaba un vestidito y la cara pintada y otro con la temible canastita con la cobra!!! 



Nos mantuvimos bien alejados de ellos!!! No pretendíamos tomar ninguna foto de los hombres ni sus pobres víctimas animales. Dimos una vuelta por el negocio de las artesanías sin comprar nada (luego de recorrer tantos mercados en Delhi ya teníamos una idea de lo que podía pagar por cada cosa, y los fixed prices eran excesivos). Así que nos limitamos a tomar un poco de aire en el exterior, mientras esperábamos a Ravi.

La ciudad más importante por la que pasamos fue Mathura, unos 50 km antes de llegar a Agra, y conocida por el ser el lugar de nacimiento de Krisna, una de las encarnaciones del dios Visnú según el hinduismo. Desde el auto no vimos nada en particular, sólo un poco más de gente que lo que veníamos viendo.

Cerca del mediodía llegamos a Sikandra, una parada intermedia que teníamos planeada en el itinerario. Se nos había pasado volando la mañana mirando por la ventanilla, hablando con Ravi y escuchando su copilado de música occidental, que seguramente había puesto para complacernos.

Sikandra es una pequeña ciudad situada a unos 12 km de Agra y que tiene como principal atracción, y tal vez única, al mausoleo de Akbar, el tercer emperador mogol. Esta majestuosa construcción está emplazada dentro un gran parque con ciervos y gacelas. En el estacionamiento nos encontramos con nuestro guía Boby, mejor conocido para nosotros como “tercero mughal emperor”.

Estamos acostumbrados a recorrer los lugares por nuestra cuenta, sin recurrir a servicios de guía, pero en nuestro paso por India hicimos una excepción. Este hombre de edad incierta y con un spanglish algo gracioso, resultó ser como guía un gran fotógrafo y ahuyentador de algunos vendedores. Por su hábito de mascar paan, su sonrisa estaba manchada de rojo, y su aliento era algo particular. Son muchos los indios que van por la calle mascando este preparado estimulante a base de hojas de betel, combinado con nuez de areca y/o tabaco. Luego de un rato lo comienzan a escupir, dejando el suelo manchado de unos grandes escupitajos de color rojo. 

Siguiendo las indicaciones de Boby, compramos las entradas (110 Rp), pasamos por clásico detector de metales, y nos encontramos con la colosal puerta sur, a mi parecer lo más llamativo del lugar. Luego de traspasarla, nuestro guía nos dio la indicación “pararse aquí” y siguió con su explicación, dirigida principalmente hacia Seba (quien contestaba sus preguntas como si hubiera estudiado la lección antes del viaje, cosa que creo que hizo!). Orientados en quienes eran los mogoles, seguimos a la línea sucesoria hasta llegar a “Akbar, tercero mughal emperor”. Era muy gracioso porque cada vez que nombraba a Akbar, el nombre iba seguido en todos los casos por “tercero mughal emperor”, como si ambos términos fuesen inseparables!!!

En el pórtico que acabábamos de pasar nos mostró el “trabajo de alfombras”, el “trabajo de incrustación” (las otras dos frases que le siguieron en frecuencia a “Akbar, tercero….”, el grabado de textos del Corán y minaretes blancos.


Detalles de los trabajos

El mausoleo propiamente dicho fue construido entre 1605 y 1613 utilizando con arenisca roja con detalles en mármol blanco. Posee un salón central, al que se ingresa sin zapatos, donde está la tumba de Akbar. De hecho lo que uno ve es simplemente una representación en mármol, estando el cuerpo unos 6 metros bajo tierra. El lugar está construido de tal manera que los sonidos generasen eco, facilitando la comunicación.

En un momento de la visita se le acercaron a Seba dos muchachos de unos 16 años con una cámara. Enseguida Seba les dijo que no tenía problemas en sacarle una foto, pero no era eso lo que querían! Quería una foto con Seba!!! Así que luego de retratarse con un pelado, alto, flaco y sudamericano continuaron con la recorrida.



Luego de unos minutos libres que nos dio el guía, nos fuimos hacia el auto para seguir camino a Agra. Ahora el interrogatorio, mucho más discreto, vino por parte de Boby, que estaba interesado en conocer el precio de un litro de leche en Argentina…


Los últimos 12 km del viaje fueron los más lentos de todos!!! La carretera estaba muy atascada, sin ningún justificativo más que el caos habitual, y fuimos avanzando literalmente a paso de hombre, hasta llegar a la ciudad del Taj Mahal.

Al costado del camino

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